No es solo el húngaro Víktor Orbán. La llegada del nuevo primer ministro eslovaco, el prorruso Robert Fico, ha demostrado que los versos sueltos siguen amenazando las costuras de la Unión Europea justo cuando Bruselas suspiraba de alivio con la vuelta al redil de Polonia, gracias a la casi segura nominación de Donald Tusk como nuevo primer ministro tras ocho años de gobierno antieuropeo y populista del partido Ley y Justicia (PiS).
Con nuevos frentes abiertos —tras Ucrania, ahora el conflicto en Oriente Próximo—, los Veintisiete llevan semanas buscando dar una imagen reforzada de unidad que ya era frágil, sin gestos discordantes como el del primer ministro húngaro y su reciente encuentro en China con el paria de Bruselas, el presidente ruso Vladímir Putin, que ha generado un profundo malestar en la UE. A ello se une la incógnita que supone el nuevo jefe de Gobierno eslovaco, que llegó al poder prometiendo parar la ayuda militar a Ucrania, algo que ha anunciado justo antes de aterrizar en la capital belga para reunirse con sus socios europeos.
La reunión de jefes de Estado y de Gobierno en Bruselas este jueves era también el primer encuentro del húngaro Orbán con sus pares europeos tras su criticado encuentro con Putin, que generó una gran indignación en buena parte de los Veintisiete. Lejos de mostrar contrición, Orbán se mostró este jueves a su llegada al Consejo Europeo “orgulloso” de su cita en Pekín, justo cuando se cumplían 600 días de guerra en Ucrania, con el mandatario ruso, sobre el que pesa desde marzo una orden de arresto del Tribunal Penal Internacional por presuntos crímenes de guerra por su implicación en la “deportación ilegal de niños” ucranios.
“Rusia y Hungría tenemos un vecino común, Ucrania. Nosotros tenemos una estrategia de paz y nos gusta mantener abiertos todos los canales de comunicación. Es una estrategia de la que estamos orgullosos”, dijo Orbán, que se mostró partidario de un alto el fuego entre Moscú y Kiev.
“Diferimos de la mayoría, de la estrategia de aquí”, reconoció ante la prensa. “Vosotros tenéis una estrategia de guerra, nosotros tenemos una de paz y nos gustaría hacer todo para tener la paz”, insistió.
Aunque muchos países recuerdan que Orbán es un viejo conocido y que es difícil que sorprenda, el encuentro ha caído muy mal en vísperas de una cita en la que, según diversas fuentes diplomáticas, varios mandatarios tenían intención de reprocharle al primer ministro húngaro su entrevista con Putin.
Únete a EL PAÍS para seguir toda la actualidad y leer sin límites.
Suscríbete
“Ante un país [Ucrania] que sufre todos los días ataques rusos, es un verdadero corte de mangas”, criticó el primer ministro saliente de Luxemburgo, Xavier Bettel, a su llegada a la cumbre. Tampoco el jefe de Gobierno lituano ocultaba su indignación. La UE “no tiene derecho a la fatiga de la guerra” en Ucrania, “algo ahora mismo muy importante que veo que algunos países empiezan a establecer una especie de diplomacia especial con el régimen, cuyo Ejército está cometiendo atrocidades”, comentó.
Putin “es un criminal de guerra: comenzó esta guerra de agresión contra un país soberano, ha deportado a niños, el Tribunal Penal Internacional ha emitido una orden de arresto. No querría estar en la misma foto que ese tipo”, comentó la primera ministra estonia, Kaja Kallas.
También en París la cita china entre Putin y Orbán ha rechinado. “Está claro que la señal enviada por esa imagen no es positiva ni útil”, sino algo “poco útil”, señalaban fuentes del Elíseo en vísperas de la cumbre bruselense, aunque a la par recordaban que, pese a las salidas de tono húngaras, “sobre el fondo” los Veintisiete avanzan y se ha logrado la unanimidad en temas ucranios en lo principal.
En el mismo sentido, Kallas señalaba que Hungría tiene una postura de cara a la galería, con cámaras y para su electorado, y otra en los pasillos donde se negocia en la UE. Y puede suceder lo mismo con Fico: “Mientras digan las cosas equivocadas y hagan las cosas correctas, creo que estamos bien”, afirmó. Hungría, sin embargo, con graves problemas fiscales, “necesita más a la UE” que a la inversa, lanzó en un encuentro con medios europeos en Bruselas, entre ellos EL PAÍS.
Budapest mantiene bloqueado desde la primavera el último paquete de 500 millones de euros de apoyo militar a Ucrania, cuyo presidente, Volodímir Zelenski, se dirigió a los Veintisiete este jueves por videoconferencia para insistir “en la adhesión de Ucrania a la UE, cómo la seguridad en Europa y Oriente Medio están conectadas, y la necesidad de la unidad europea para evitar errores del pasado”.
Un mensaje que debió escuchar el flamante primer ministro eslovaco, Robert Fico, visto con reticencia por sus socios europeos, precisamente por su posición prorrusa. En vísperas del encuentro, varias capitales habían abogado por darle un voto de confianza, alegando que no es lo mismo cuando se está en campaña que una vez se ha asumido el cargo.
Las señales, sin embargo, no parecen buenas: justo cuando los mandatarios estaban llegando a Bruselas, Fico hacía realidad su promesa de campaña y anunciaba el fin de la ayuda militar a Ucrania. “Consideramos la ayuda a Ucrania únicamente como una ayuda humanitaria y civil, no entregaremos más armas a Ucrania”, declaró un día después de asumir el Gobierno en una coalición con un partido de extrema derecha prorruso.
El impacto de la decisión, respondían fuentes diplomáticas europeas en Bruselas, es mínimo o nulo, puesto que Eslovaquia ya ha agotado sus stocks de armas que pudiera entregar a Ucrania. Y tampoco constituye una sorpresa, agregaban. No obstante, el mensaje no deja de ser inquietante en momentos en que no pocos líderes europeos vienen advirtiendo de “no dejar de mirar” a Ucrania a pesar del creciente conflicto en Oriente Medio.
La desazón ante el último desafío de Orbán y la incógnita que aún supone Fico contrasta con el inmenso alivio con que Bruselas ha acogido la victoria de la alianza liderada por Donald Tusk y que promete acabar con un gran quebradero de cabeza europeo, Polonia.
Aunque Tusk todavía no puede sentarse con los demás líderes europeos, las principales instituciones de la UE le han dado en vísperas de la cumbre un recibimiento casi de alfombra roja. La presidenta de la Comisión, Ursula von der Leyen, se declaró “confiada” en que, con Tusk al frente, se lograrán “numerosos puntos de acuerdo” en diversos temas donde ahora Varsovia pone reparos.
Tusk, que también se reunió con la presidenta de la Eurocámara, Roberta Metsola, y este martes participó en la cita del Partido Popular Europeo (PPE) previa a las cumbres, aseguró por su parte que su objetivo es “reconstruir la posición” de Polonia en Europa y “reforzar la UE en su conjunto”. Para el expresidente del Consejo Europeo (2014-2019), “el resultado de las elecciones demostró claramente a toda Europa que la democracia, el Estado de derecho, la libertad de expresión, la unidad europea aún son importantes para nuestros ciudadanos”. Una sonriente Von der Leyen no podía estar más de acuerdo. Aunque los Orbanes y Ficos de la UE sigan actuando por su cuenta.
Sigue toda la información internacional en Facebook y X, o en nuestra newsletter semanal.
Suscríbete para seguir leyendo
Lee sin límites
_