La pesadilla terrorista en que volvió a sumirse Bruselas después de que un hombre radicalizado matara a tiros la noche del lunes a dos ciudadanos suecos e hiriera a un tercero, para “vengar a musulmanes”, empezó a remitir un día más tarde, después de que las autoridades belgas confirmaran que el presunto terrorista, Abdesalem Lassoued, había sido abatido a primera hora en un café de la comuna bruselense de Schaerbeek. Los investigadores belgas consideran que se trata de la acción de un “lobo solitario” y no de un plan yihadista más amplio, pese a que el Estado Islámico (ISIS) lo ha calificado este mismo martes como un “combatiente” del grupo yihadista.
Según el ministro de Justicia, Vincent van Quickenborne, la pista privilegiada es que el sospechoso, un tunecino de 45 años que estaba en situación irregular en el país y reivindicó en las redes sociales en nombre del Estado Islámico el ataque contra hinchas del partido Suecia-Bélgica que se jugaba el lunes en la capital belga ante 35.000 espectadores, habría actuado en solitario en respuesta a la quema de ejemplares del Corán los pasados meses en Suecia, lo que ha provocado fuertes protestas en el mundo musulmán. Aun así, subrayó, no había un aviso de amenaza inminente. Desde la noche del lunes se había descartado que el atentado estuviera relacionado con la ofensiva israelí en Gaza tras el ataque de Hamás.
Van Quickenborne también ha rechazado una negligencia respecto a los avisos de radicalización del atacante recibidos en 2016 por un servicio extranjero. Se trataba de un aviso “como los había por docenas diariamente en la época”, afirmó. Según la prensa italiana, Lassoued llegó a Europa en 2011 a través de la isla de Lampedusa y estuvo en varias ocasiones en Suecia antes de instalarse en Bélgica, donde en 2019 presentó una demanda de asilo rechazada un año más tarde, momento a partir del cual se le perdió la pista. En un mensaje en X (antiguo Twitter), el Estado Islámico ha calificado a Lassoued como un “soldado del califato” y ha afirmado que el ataque “se inscribe en el marco de las operaciones contra los ciudadanos de los países de la coalición internacional que lucha contra el Estado Islámico”, según el presidente del Centro de Análisis del Terrorismo (CAT), Jean-Charles Brisard.
El primer ministro sueco, Ulf Kristersson, ha reclamado una mayor seguridad y mejores controles fronterizos en la UE. “Este es un momento para más seguridad, no podemos ser ingenuos”, ha dicho. El jefe de Gobierno sueco viajará este miércoles a Bruselas para participar junto con su homólogo belga, Alexander De Croo, en un homenaje a las víctimas del atentado, todos hinchas suecos que se disponían a acudir al partido en el estadio cuando fueron atacados por Lassoued.
Muchas preguntas por responder
A pesar de las explicaciones del Gobierno, todavía quedan muchas preguntas por responder ante un atentado que volvió a poner durante unas horas a Bruselas al mismo nivel de alerta máxima de los peores ataques yihadistas de su historia, los que en marzo de 2016 dejaron 33 muertos y cientos de heridos y por los que una decena de terroristas, entre ellos varios participantes también en los atentados del 13 de noviembre en París, acaban de ser condenados a largas penas de cárcel.
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Con todo, la ciudad volvió poco a poco a la calma a lo largo del martes. Por la tarde, De Croo anunció que se bajaba el nivel de alerta terrorista del máximo de 4 al 3 de “amenaza grave”, el mismo en el que también está el resto del país y que llama a la población a permanecer “vigilante” y permite una mayor presencia policial en las calles. La decisión fue tomada después de que quedara prácticamente descartado que el sospechoso forme parte de una red terrorista más amplia, aunque sigue sin responderse cómo pudo un hombre en situación irregular y del que se había advertido en el pasado su radicalización hacerse con un fusil de asalto para emprender una matanza en plena capital del país.
“La tesis del lobo solitario parece la más cercana a la realidad”, confirmó el fiscal general, Frédéric van Leeuw. Según explicó, durante la jornada fueron interrogadas dos personas por su “contacto potencial” con el sospechoso y se realizaron cuatro registros, sin que hayan podido confirmar que el atentado formaba parte de un plan más amplio. La ley belga, como la francesa, prohíbe los registros domiciliarios entre las 9 de la noche y las 5 de la mañana salvo en casos excepcionales, como que se trate de un “flagrante delito”.
Cuando Bihal escuchó a primera hora del martes disparos al lado de su casa, a la altura del salón de té “Al Khaima” de la calle Van Oost y vio a varios policías rodeando el local, este inmigrante de 32 años lo asoció de inmediato al atentado de la víspera. No se equivocaba. Poco después, la Fiscalía belga confirmaba que un testigo había avisado pasadas las 8 de la mañana de que el sospechoso que la policía llevaba buscando frenéticamente desde que la noche anterior había reivindicado el atentado en las redes sociales se encontraba en ese café no muy lejos de su domicilio ni, tampoco, del lugar donde cometió la matanza. “Quise salir, pero la policía me lo impidió y me dijo que me quedara dentro”, contaba horas después de la intervención policial, durante la cual el sospechoso resultó herido grave. Fallecería poco después, a las 9.38, en un hospital capitalino. Durante el operativo, los agentes hallaron junto al terrorista “un arma de guerra y una bolsa con ropa”, según la fiscalía. Otras dos armas de fuego y un cuchillo fueron encontrados en las cercanías y la policía investiga aún el origen de dicho arsenal.
Según la prensa belga, ni los más cercanos al atacante conocían su intención de perpetrar un atentado. Su mujer, que trabaja en una peluquería de Schaerbeek, se refugió en una comisaría local junto con su hija tras descubrir que su pareja había reivindicado el ataque en las redes sociales. “Nunca noté nada ni vi señal alguna” de radicalización. “Éramos una pareja como las demás”, aseguró a Het Laastse Nieuws.
El ataque se produjo poco después de las 19.00 del lunes en el centro de Bruselas cuando Lassoued, vestido con una llamativa chaqueta naranja, se bajó de una motocicleta en una calle concurrida y comenzó a disparar con un fusil automático. Según algunas versiones, mientras disparaba gritaba “Allahu Akbar” (Dios es grande). Varias personas se refugiaron en la entrada de un edificio. El terrorista las siguió y disparó a quemarropa contra un hombre que estaba en el suelo. Tras salir de nuevo a la calle, disparó otra vez contra un vehículo antes de partir tranquilamente en su motocicleta y desaparecer, desatando una frenética búsqueda que acabó 14 horas más tarde en la acción policial en la que finalmente también él perdió la vida.
Tras de sí ha dejado a dos ciudadanos suecos muertos y un tercero herido grave, además de un país que afronta de nuevo el miedo al terrorismo que el primer ministro ha pedido combatir. “El terrorismo ataca a ciegas, busca sembrar el miedo, la desconfianza y la división en nuestras sociedades libres (…) Bélgica es un país sólido en el que los ciudadanos conviven en paz. Mantengamos esta actitud y permanezcamos unidos ante este terrible atentado (…) los terroristas deben saber que jamás lograrán su objetivo, jamás nos doblegarán, el terrorismo no vencerá jamás”, pidió De Croo.
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