Tras 13 días de bombardeos aéreos masivos y a punto de lanzar una invasión terrestre, el ministro israelí de Defensa, Yoav Gallant, ha proporcionado este viernes la explicación más detallada sobre los planes políticos y militares de su país en Gaza. Se trata de un plan en tres fases, que concluiría con “el establecimiento de una nueva realidad de seguridad para los ciudadanos de Israel”, sin desplegar soldados de forma permanentemente en la Franja para gestionar el día a día de sus 2,3 millones de habitantes. En 2005, el Gobierno del entonces primer ministro Ariel Sharon evacuó a los 8.000 colonos y a los militares que tenía en Gaza, que había capturado a Egipto en la Guerra de los Seis Días de 1967.
Israel, ha explicado Gallant, se encuentra ahora en la primera fase: “una campaña militar que incluye bombardeos y más tarde incluirá maniobras [terrestres], con el objetivo de neutralizar a los terroristas y destruir la infraestructura de Hamás”. La aviación militar está bombardeando la Franja “a un ritmo no visto en décadas” para “preparar el terreno” para la invasión terrestre y hace pequeñas incursiones con el fin de “conseguir información sobre los rehenes” en la Franja, ha señalado este viernes el portavoz del ejército, Daniel Hagari, en su comparecencia diaria ante los medios en el cuartel general, en Tel Aviv. Los ataques han causado 4.137 muertos y más de 13.000 heridos, según las cifras proporcionadas este viernes por el Ministerio de Sanidad en Gaza. Gallant aseguró este jueves a las tropas desplegadas en la frontera que “pronto” verán Gaza “desde dentro”.
La segunda fase, que ha definido como de “estabilización del sistema”, requerirá “operaciones de menor intensidad, con el objetivo de eliminar los reductos de resistencia”, ha señalado Gallant en un encuentro en la sede del Ministerio de Defensa, en Tel Aviv, con miembros del Comité de Asuntos de Exteriores y Defensa del Parlamento israelí. Es decir, mantener tropas en el terreno para acabar con la insurgencia, que previsiblemente actuaría de manera menos organizada.
“Al final, en algún momento, llegaremos a una situación en la que habrá una autoridad de seguridad diferente, tenemos libertad operativa plena y no hay ninguna amenaza dentro de Gaza. No será un día, ni una semana, ni, a mi pesar, un mes. Hay que entenderlo, pero es el proceso”, ha señalado.
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Llegaría entonces el turno de la “retirada de la responsabilidad de Israel sobre la vida en la franja de Gaza y el establecimiento de una nueva realidad de seguridad para los ciudadanos de Israel”. Gallant no explicó a quién se transferiría la gestión de la administración de la Franja, una vez derrocado el Gobierno de Hamás.
Técnicamente, Israel sigue teniendo responsabilidad sobre la población de Gaza. El territorio no dejó de ser considerado bajo ocupación militar tras la retirada de 2005, porque Israel mantiene el control de sus espacios aéreo y marítimo. Israel defiende que no es así porque ya no tiene tropas ni colonos en el terreno y porque toda Gaza es zona A, es decir, la que queda bajo control administrativo y de seguridad de la Autoridad Palestina (ANP), en virtud de los Acuerdos de Oslo firmados en 1993. Desde 2007, cuando Hamás tomó el poder al expulsar a las fuerzas leales a la facción rival Al Fatah, la ANP no gestiona la Franja. Un año antes, el movimiento islamista había ganado las elecciones, pero la comunidad internacional no reconoció al nuevo Gobierno porque rechazó reconocer a Israel y renunciar explícitamente a la violencia.
El comandante general en la reserva Gadi Shamni, exresponsable de la División de Gaza y exagregado militar en Estados Unidos, calculó esta semana entre seis y ocho meses el tiempo que durará toda la operación. “Conquistar Gaza, tomar su control, serán unas pocas semanas”, declaró al canal 12 de la televisión nacional. Luego la misión consistirá en matar y capturar a todos los milicianos de Hamás. Shamni propuso “encarcelar a miles” de ellos en el desierto del Neguev “para que sirvan como herramienta de negociación” a cambio de los más de 200 rehenes en la Franja.
Dos de ellos han sido este viernes los primeros liberados, según ha informado Abu Obeida, el portavoz de las Brigadas Al Qasam (el brazo armado de Hamás), y confirmado la oficina del primer ministro israelí. Abu Obeida ha justificado la decisión en “razones humanitarias” y para “probar al pueblo estadounidense y al mundo que las afirmaciones de [el presidente de Estados Unidos, Joe] Biden y su Gobierno fascista son falsas y sin fundamento”. Durante su visita relámpago a Israel el pasado miércoles, el mandatario estadounidense acusó a Hamás de haber cometido “atrocidades que hacen al ISIS [Estado Islámico] parecer algo más racional” al matar a 1.400 personas y secuestrar a más de 200 en una masiva incursión sorpresa en Israel el pasado día 7.
Fuentes oficiales israelíes han identificado a las liberadas como Judith Raanan y de su hija Natalie. Residen en el Estado de Illinois y habían volado al país para celebrar el 85 cumpleaños de la madre de Judith y las festividades judías. Se encontraban en un kibutz (cooperativa agrícola) cercano a Gaza, Nahal Oz, en el momento del ataque, lanzado a propósito en el último día de la festividad de Sucot. La organización israelí que representa a los familiares de los desaparecidos y secuestrados ha acogido con satisfacción la noticia y pedido a los líderes de los países árabes que actúen para la “liberación inmediata” del resto.
El Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR) confirmó la liberación en un comunicado en el que destacó que supone “un rayo de esperanza”. La presidenta del CICR, Mirjana Spoljaric, explicó que la organización “ayudó a facilitar esta liberación transportando a los rehenes de Gaza a Israel”, y subrayó su “papel como un actor neutral entre las partes beligerantes”. El CICR “sigue pidiendo la liberación inmediata de todos los rehenes” y reclama que reciban un trato humanitario y asistencia médica, al tiempo que destaca que los hospitales de Gaza están “al borde del colapso” y las familias necesitan agua y comida, por lo que insta a “una pausa en los combates” para permitir la entrada de ayuda humanitaria.
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